Con la óptica que me da esos 45 años desde mi experiencia universitaria miro con orgullo la creatividad y combatividad de los estudiantes y oigo también las voces de esos profesores y administradores que llaman a la cordura y al diálogo que jamás propiciaron ni apoyaron antes de la huelga. Son las mismas voces que en mi tiempo hacían los mismos reclamos de regresar a las aulas y desde ahí combatir por los cambios. Entonces, de momento, no me siento tan viejo porque repercute en mis oídos esos llamados a la cordura y mesura igual que hace 45 años. Nada cambia. Siguen siendo los mismo que por acto u omisión siempre caen al lado de las estructuras de poder. No sé si habrán de prevalecer los reclamos de los estudiantes. Estoy consciente del poder del Estado y el efecto de la desinformación en los medios y el agotamiento que causa tanta represión e incomprensión. Hay cosas que están más allá de tácticas y estrategias, especialmente cuando tienes al otro lado todo el aparato represivo del Estado. Por 45 años ningún llamado a la mesura y el regreso al estatus quo ha servido para nada que no sea perpetuar las injusticias.
Desde mis mil derrotas me solidarizo con los estudiantes. Espero que logren creativamente echar para adelante su proyecto libertario.
Pero a esos profesores y administradores que tanto dicen amar la UPR sin sacrificar ninguno de sus privilegios y osan de dar lecciones de madurez y diálogo a los estudiantes, les deseo que se pudran en el olvido.