J.A. Morales - Santo Domingo
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CORAZÓN SECRETO
(1992)
₪
I
sobre la curva glútea a contraluz
emborujado en un panti en un motel
llamándonos desde la penumbra
con su olor a semen seco
ese corazón secreto
sobre el mostrador cuadriculado de un bar
donde un trapo húmedo se desliza borrando
las huellas de playas inventadas
cuando la madrugada besa los ojos alcoholizados
noctambulando esperas
en antonio luz maría y jazmín
centellando sobre las lentejuelas de sus cuerpos
hacia el fulminante azul del corazón secreto
donde la conciencia se despelleja
hasta quedarse sólo con la costa de marfil
donde unas manos callosas crepitan
sobre el cuero de un tambor
en una mujer en la penumbra
masticando su ración diaria de misterio
el corazón secreto, que
acaso merengaba alguna idea
por la ancha llanura asfaltada del bulevar urbano
ya impenetrable
en el individuo pedreonavajando las esquinas de
Santurce
carapeleándose en las vitrinas del exilio
ahí late
a pulso frío de vellonera encandilada
el corazón secreto
en la doña con bata almidonada
supurando café puya de marquesina
lamiendo el bigotito fino de pasiones solapadas
escrutando miope el vecindario
la enjuta figura de su bolitero
ya que posee el número exacto
en sus párpados calcina como fulgor entre ascuas
el corazón secreto
en esa canción que se repite y te dice
ni tú para mí ni yo para ti, y
con guante de terciopelo acaricia los litorales de la
memoria
y con pasos de bolero te susurra al oído
qué sabes tú si tú no sabes nada de la vida
que entra en las solapa de un castigador
se sienta y pide un trago
y como titiritero nos ensarta
a bailar el son del corazón secreto
II
¿vino el corazón brincando por montes y montañas?
¿vino el corazón?
desesperadamente, en carabela surcando
islas sin nombre sin brújula con olor a
sándalo y pergamino, buscando
sazonar la historia
vino el corazón, con cánticos
dando golpe al paladar
con zumbido de grillete
y coro de albores
con reverso del sol en la mirada
y estaba aquí, en los charcos bautismales del Yunque
tejiendo un pájaro de hojas
para el guijarro sonoro de futuras nostalgias
III
en la opacidad engañosa de la madrugada
deambula la fragancia natimuerta
que exhaló el infante de guerra
en una choza de paja al pie del Morro
doscientos cuarenta años antes de que
en el siglo de las sombras
manuela hernández garzón se acerca
a la ventana del Cristo 13 y aspirara
pausadamente el corazón secreto
no hubo testigos de tal hazaña
sólo la prueba irrefutable de su tacto
en piel ajena, es
confesión de beato o delirio de comadrona
ese hilo que atraviesa el costado a veces
con temblor de lo inevitable, un estremecimiento
de crepúsculo en los ojos
ese abrazo que atraviesa los siglos
y se inmola en el vientre
IV
en el baile en Piñones en el Imán de Cucú
cuando el mar embravecido tomaba pausa
en el escote discreto de la noche
ahí, el corazón secreto se sentó
en la barra a hilvanar su cuento a
quien quisiera escuchar del naufragio
en Madagascar, de la plaza allá en Bologna
alguien en la rifa inevitable de esas horas
dio un salto en cámara lenta hacia el abismo
que la seducción centrífuga del baile haló
hacia sí mismo
otro entonces pidió un trago en contrapunto
al merengazo divino de caderas
insinuando atardeceres
V
mareado por el vertiginoso eclipse de la historia
el corazón secreto atracó en los manglares
de la Bahía de San Juan cegado por
el resplandor de verde refractándose
en el rocío de las hojas buscando un claro en el contorno
se improvisaba la crónica entre cigarras
a ellas les recitó los pormenores de su viaje
abrazos de amante, traiciones de amigo
cosas que se suelen confesar en penumbra
para el fichero necesario del ayuntamiento
para asombro del corazón secreto
la historia lo antecedió con cánones y decretos
zarpó esa misma noche en piragua de matojos
acariciando las aguas con sus manos
para narrarle a Pinzón los últimos acontecimientos
VI
en la trastienda de Eusebio Mendoza
entre fardos de habichuelas
latones de manteca
y pencas de bacalao
velando el almidón hervir sobre el fogón
el corazón, secreto en un lío de ropa
sobre el hombro de José Anselmo
limosneando la mañana en las afueras de la
Puerta de San Juan
izando los colores sobre La Catalina
en voz del pregonero balbuceando una saeta
su ojo puesto sobre un botón de nácar
al borde de un adoquín
VII
en el ágil mancebo broqueando el punto
en la medianoche de sus quince años
en la envoltura sigilosa de mano en mano
el corazón secreto, cuando va tizando
el taco con metódica indiferencia
dribleando el balón como guerrero
Héctor frente a las ruinas de la plaza
derrumbándose en las sombras
y por un instante es el corazón secreto
celaje relampagueante sobre la verja
burlando el cerco
la prisa loca en sus venas
pitagoreando la noche entera
VIII
en un barrio de colores elementales
color avena ventanales verdes
deshojando ansioso un azucarado ayer ajonjolado
en el enjambre dulzón de Puerto Nuevo
halando la soga clavada al ombligo del río
el corazón secreto, aullando desde la ribera
entre un coágulo de retoños esparcidos
bautizando al barrio con la muerte necesaria
va avanzando en la penumbra del acecho que lo acosa
va permutando sus exilios en los espejos de la tarde
va con la memoria del cuchillo en el vientre
contando canicas bostezando en el último día de octubre
la chingamadre de sus barrios
muecando sus otoños
contorsionando las nubes de su topografía
de moledor de tijeras doremiando en bicicleta
las utópicas rutas del hastío
con el signo de Caín sobre su rostro en luto
tarareando el Siglo XX como un griego nuevo de occidente
empinando el codo sobre su ceja izquierda
en el melancólico crujir de huesos rotos
iba refractado en las persianas
con la inocente violencia de su corazón en celo
como chivero en las estoicas tardes de kaki ardientes
matando un recuerdo con uñas de ron
bailando como gallina sin cabeza
salpicando de sangre los patios de la infancia
pasándose el peine por el pelo
ensortijado como yerbajo a carne inmóvil
calzando la patria en el espejismo del contorno
como resonancia en fuga
tropezando aceras masticando atisbos y distancia
como un monstruo lastimado por la historia
IX
desde la derrota siempre contando las perras
en el bolsillo de la huida
con el ladrido incesante de la penuria
pisándole los talones haciendo de tripas corazones
el corazón secreto
glosando los sueños
para los números de la exacta
improvisando sobre el pie forzado de la esperanza
la quiniela que endereza al universo
balsero eterno entre los salpicados mares del infortunio
estudiando bien la cábala de la esquina
el corazón secreto
tiene unos cuantos amigos
esparcidos por el mundo
escribiéndose sólo en los repentinos cambios
de amante o fortuna
X
frunce su frente sobre
los barcos del horizonte
girando sobre los ejes
de la soledad hasta llegar
como hijo pródigo al
areyto delatando a quien
quisiera escuchar que
Salcedo no era inmortal
con un carimbo silueteando
las mujeres como tatuajes
al azar dando descargas
en la punta del pie sobre el timbal
XI
en la boligrafía que escurridiza
deambula por la avenida
que hala el cigarrillo sobre el tambaleante
precipicio del cauce, escruta las posibilidades
y se encamina, hace cálculos y se encomienda
al diablo quizá, al ritmo tecateando por las venas
mira señor un soplo a cinco, jamaqueo a veinte
mi alma por un poema, dirías tú
mi corazón secreto, que alquila una habitación de
soltero
en ese domingoso verano de avenida
salteado sobre el sartén de la alegría
que tiene un tragado diferente
XII
en una noche de pitillo en el punto
enrolando la noche en papel de bambú
el corazón secreto
en la marquesina a través del portón de rejas
el beso fugitivo para la masturbación entre rendijas
el corazón secreto
en la avenida rúsbel entre la incómoda noche de acecho
policiaco
furtivos pasos
disparos al aire
el corazón secreto
entre las servilletas de la billetera ansiosa
que gota a gota amamanta su pocillo en La Ceiba
el corazón secreto
buscando la movida, la pirueta
desafiante en el contorno
para esquivar la bala que nos persigue a todos
en la liga a medio muslo en la De Diego
en la halada de cigarrillo
entre baladas de Curet en boca de Lavoe
el corazón secreto
en el revoltillo de huevos
quinta madrugada en ristra
en un Padrinito en Santurce
curando la trasnochada
en un punto o en la esquina
donde converge el universo
XIII
de la manga de Albizu la cuesta
del Anón, vestido de dril blanco
lacito negro enarbolando iras contenidas
ante los ojos del pueblo velando güira
en la raja de aguacate sobre el chavo de pan
en el colmado de Rogelio salida al Pepino
sacudiéndose la migas de su orgullosa camisa
negra planchada al filo, sobre el gatillo
inexistente de su rifle de palo
en el Chrysler negro como cucaracha sigilosa
subiendo la Jones, en el medallón
de la virgen de la caridad
cuando se dio cuenta de la emboscada del destino
y desenfundó la ira de un siglo
y con alegría pocas veces vista
observaba los agujeros brotando de su cuerpo
mientras pirueteaba los adoquines
hasta quedar contra la pared contigua
disparando a mansalva
y de las mangas del Maestro entrar al infinito
XIV
con el hálito de los siglos
tufándote la cara en la esquina más triste del barrio
el corazón secreto, dando el vueltón
leyendo el programa hípico sentado sobre
el muro de contención de la esperanza
que se extravió del fichero un chorro de años ya
alguien grita juégate el 3 en la 5ta
que todo el barrio sabe es línea recta al abismo
con el hálito de los siglos
va elaborando el esquema del asunto
porque el asunto es serio y la noche, larga
XV
en el silencio vespertino trastocado entre cóleras
donde un indio, piel transparentada como un sueño
jeroglífica las paredes con los apodos
de su nutrida tribu muerta
mientras en un segundo plano
entre los yerbajos suburbanos otro trata
de resucitar una vena en su antebrazo
debajo de una escalera y alguien observa
desde el patio contiguo a través de celosías
el corazón secreto
en la pareja copulando contra la ventana de su cocina
que observa a un indio desnudo exprimiendo una toalla
una tarde brumosa e intranquila
mientras un gato blanco transita entre las rejas
y una paloma camina entre un punto y otro
XVI
que te invita a llevar tu idea
a gatear por los suburbios y
te abraza con sus calles
y te invita a sentarte a la mesa
de su bar favorito de esquina
porque esquinando anduvo a través de la historia
y pormenorizando encuentros anduvo también
en ese cúmulo de apartes que llamamos vida
en el abrazo ausente que desencaja
y te zumba al delirio
anduvo también
como nómada contando muertos
apuntando los signos vitales
de cada alma, por más insignificante
en el rejuego de la ideologías
dijo ¡basta! y se lo comieron crudo
dijo ¡libertad! y a boca de jarro recibió el balazo
y resucitó en las baladas de juglares
amasando del barro la idea pasajera de su existencia
XVII
que va dando cabezazos contra
la misma mierda diaria nuestra de todos los días
y ve designios en el rebote, augurios
en las fisuras y escucha sollozos
en la trastienda de lo cotidiano
siempre ha sido así, costero y andino
con el coño de la vida en la solapa
floreciendo todavía
XVIII
para columpiarse entre guayabos y limoneros
curtido como peregrino con el polvo del camino
de Pontevedra a Canarias todo fue una misma ruta
desde Canarias a Orocovis, polvoriento avance
entre neblinas mañaneras
para columpiarse entre limoneros y acerolas
barajea entre recuerdos una hamaca
tendida entre vigas sobre el barro
endurecido del batey, un camino de vaca errante
entre San Germán y Guánica
una noche víspera 24 de julio del 98
para columpiarse entre acerolas y guanábanas
mercenario de nubes transitorias
fue a su miliciano encuentro con la bala
chupando los jobillos de las colindancias
besando el escapulario de su cuello para suerte
culata del máuser cobijada en el corazón de su hombro
secreto
gringo incierto en su mira
para columpiarse entre guanábanas y el viento
XIX
cuando transitaba del sueño de uno
al desvelo del otro con los sudores
de la pesadilla del siglo, aun así
soñaba con la leve risa de un transeúnte
y otros gestos solapados del amor
cuando llegaba a cualquier puerto buscaba
la plaza pública para estarse
entre los frutos de la tierra, aun así
narraba sus peripecias de viajero con
tristeza de legumbre
cuando enarbolaba la esperanza
era el suspiro colectivo aunado en ventolera
y todo el puerto esperaba que se hincara el corazón
para empezar la fiesta
y partía de mañana con las sogas del destierro
XX
sorteado entre las viandas el corazón secreto
agujereando el latón para el fogón
de madrugada, el corazón secreto
en la pantorrilla volteada entre el zurcido de encaje
el corazón secreto, así
cuando soñó que amaneció abrazado
por la amante de rostro indescifrable en metamorfosis
continua
cual veleta en alta mar
roncó apacible y se permitió el lujo
de un preciso minuto de alegría
mañana zarparía en velero para sacudirse
la nostalgia
doblaría su escasa indumentaria de viajero
mientras mira en el espejo su cara fugándose en el
reflejo
XXI
dejó sobre la mesa la indecisión de sus días
el bulto de miedo atado en cuero curtido
coincidencias pasajeras
cartas de presentación
con las manchas de sudores viejos
los dejó sobre la mesa
llevó consigo una pluma de paloma habanera
como contraseña de su oficio y un sombrero
de ala ancha
hundida en el entrecejo de sus sueños
así partió
desnudo de propósito
observó desde un montículo del Morro
el afanoso vaivén del bergantín adivinando
su curso en la bahía
se despidió de todo
y ante el siglo venidero que por su plumaje
prometía ser igual de traicionero
armó el corazón de espera
tesón y espera
XXII
se dejó llevar por el instinto secreto
de sus pasos tarareando nanas
para ahuyentar cansancios
se dejó llevar por los designios ocultos
del paisaje
chocando en el ocaso
hasta que le tomó por asalto la esperanza
XXIII
en el instinto, siempre el instinto
por más muecas sin dientes
desde las cunetas te desmienten
corazón, corazón secreto
en fuga siempre, serpenteando muchedumbres
perseguido por el grito de noche que amansa al guapo
corazón, corazón incierto
en el amor que trasciende el abrazo
y llega a la mirada
que cruza las plazas de noche
en silencios traspasados
corazón, corazón de injerto
XXIV
a veces lo que se necesita es un techo
la mesa puesta, el buen amigo
a veces lo que se necesita saber
es la certeza del plomo, los puntos cardinales
del camino
y si acaso una canción para afincar los pasos
lo que se necesita saber
para masticar las horas y engomar el tiempo
para apaciguar el corazón
y desatar secretos
XXV
con la angustia que entra en la pesadilla de otro siglo
que vocifera su dolor de pancarta por
las escalera de la madrugada de su rencor
que toca a la ventana y pide llaves no importa
lo hora, el corazón secreto
que se cuadra ante el viento y desarticula
su silbido, que amenaza con irse
a consultar con el diablo los espacios
rentables del infierno
que hace muecas
y se contorsiona en el parto
que recoge grosellas y las lanza a los pájaros
blasfemando el contorno, el corazón
de harto secreto
que se añora y se canta fin de siglo
y sobrante
que jeroglífica paredes con cruces y epitafios
que deshereda a su hijo
entre sorbos de ron y carajos
para morir en una esquina del tiempo
para heredar de su infancia
la soledad de su suerte
el corazón que se desencaja en secreto
y se insinúa en la sangre de quien
habita entre verbos
XXVI
y así se volcó buscando vocación de muchedumbre
en los paisajes despoblados de la costa
y así anduvo entre las camisas desabotonadas de los
parias
empañetando las fisuras con caricias pasajeras
libando de los charcos en los recodos del camino
la savia necesaria
la savia necesaria
siempre
XXVII
abandonado a la suerte de sus días
encaracolado al vaivén salado de la marejada
lanzado como onda entre árboles inciertos
rescatado entre los restos de la resaca
difamado en la epifanías de los sordos
bendecido a destiempo
lastimado en una recámara en otoño
alocado como pocas veces es el justo
desbocado en torno a la vorágine en primavera
y no obstante
y a pesar de
vive y ama a contrapelo entre las velloneras
y como nunca
y como jamás
en esa zona donde el epíteto no entra
en el reino de las cosas
los topos repican sobre el pavimento
de las suertes echadas
XXVIII
en ese amor que se va desprendiendo de sí mismo
y corrompe la mirada
que deambula solo por los oscuros pasillos del poder
como mandarín de palacio
que cabalga afanoso la noche de cuchillos
que achica el sueño al pie del insomnio
que te muestra un seno en la pausa entre coloquios
como canción agujereando el cerebro
en ese cuarto solitario de colchón y nevera
que se baja la blusa a nivel del ombligo
en la coreada arandela de tu corazón
XXIX
que a paso de merengue va buscando
la alegría sonámbula del olvido
que se aferra al abrazo más cercano
de espaldas al viento que lo corta
entre los espacios bullangueros de la calle
que coloca la sordina frente
a los gritos de la infancia
y el aullido reverbera entre el silencio
nunca fue clarín de madrugada
ni el bongosero repique a medianoche
sólo la fanfarria de los diminutos encuentros
en el tambor y flauta de la muerte accidentada
sólo fue corazonada desmentida por el tiempo
el teléfono que suena y suena
en las deshabitadas salas del recuerdo
XXX
que anduvo con Campeche por la Cristo
entre las estibas de adoquines
dando pinceladas de rumores insidiosos
entre perfiles y torsos en faena
mucho antes que la plena bembeteó
su alegre acorde entre las crónicas de Elena
rumbeando con Mingo y los Whoopies en cartelera de
domingo
remando la laguna en pra pra y parasol de encaje
contando las sardinas en el Puente Dos Hermanos
entre las redes de hambres milenarias
una conspiración de anhelos entre sombras
el corazón secreto
una página extraviada en el diario de Evaristo
un vaho de bruma en las camisas de Tomás
una refracción en la pupila de Lloréns curando amores
una guiñada de quimbambas entre los dientes de Palés
en los miópicos abrazos del Tefo abanicando atardeceres
una tonada, al fin, una tonada
que agita la sangre en primavera
y te repite en coro griego
tú loco loco
pero yo tranquilo
y que anduvo con Campeche por la Cristo
XXXI
en el cuadrado de luz que brota
desde la entrada del único bar abierto
en la esferas húmedas que quiebran sus contornos
sobre el mostrador en el día
que me quieras desde el azul del cielo
que mira desde el espejo detrás de las botellas de licor
en un rincón del alma con gafas oscuras
sobre la copa
en ese abrazo fraterno entre borrachos
el corazón secreto
en esas palabras que salen como mariposas
alcoholizadas de la boca después de los largos
inviernos falsos del trópico
en los silencios de barra
mientras Gardel hilvana el misterio
en la luciérnaga curiosa del consuelo diario
sobre la humanidad donde hinca el corazón sus rodillas
y se persigna los hombros cansado de fardos
en esos bailes de pérdida entre seres cabeceando
en las penumbras falsas de los hastíos de tarde
XXXII
con Íñigo en la abadía
entre los pliegues de su sotana rozando el piso
en los sopores de tarde de la Infanta María
resignándose a las esperas milenarias de ultramar
en el vaivén inerme del bergantín en puerto
el latido acoplándose al marullo incesante
entre verdes y azules como gemas de oriente
todo fue reducido al abrazo fugaz
de mar y cordillera, una furiosa intriga de rincones
la mulata transfiguración de lo eterno y pasajero
entre lo profano y lo sagrado se debatía Íñigo
malabarismo de rosario entre mordiscos de guayaba
la Infanta María olfateaba en sus manos
la embriagante aroma de vainilla y ajo
XXXIII
en las imágenes que se quedan en el cerebro
como postales fijas en el tiempo
humillaciones y pírricas victorias bailando
al unísono e intercambiables
playas solitarias ventanas
que matizan
trastocan
que sorprenden los dedos con
olores secos
en ese contorno que te reclama
desde el sueño
con los pasteles violetas del insomnio
ojeroso que respira
al repique cadencioso de castañuelas
en la raspadura de un güiro
en los solares de yerba seca
en el zaguán
que nos evoca los sobacos del abuelo
perplejo corazón secreto
XXXIV
anduvo siempre con los parias
porque el mundo es de todo el mundo
como prédica vieja de pez y pan
como almendra supo del amor de las piedras
y en los suburbios proletarios
pernoctó un sueño de barricada
las historias que surcan el rostro del hombre
fueron nanas del desierto
robó un apellido del barco que zarpaba
de madrugada para casarlo al nombre
que su madre le susurró al nacer
de sus ojos nacieron las estrellas de nuevos firmamentos
con dientes carcomidos de esperanza izó
las banderas que el hambre obliga
sobre el puñado de harina dejó caer
agua de mar, salitre y saliva
y amasó el futuro sobre un ladrillo candente de fogata
de sus nuevos camaradas aprendió
el secreto del achiote
y entre la risa de las cigarras
reordenó su rostro nuevamente
XXXV
en el rocoso rugir del río
fue pescando palabras nuevas
que su lengua estrenaba
como mariposas con alas de rocío
que su paladar tornase en metálico balbuceo de verbos
que el viento torneaba en su boca
almendrados ojos como cucubanos mostraban
sus fulgores impacientes y desde el contorno
aplaudían los dioses nuevos
con notas sostenidas del hueso ahuecado con paciencia
irguióse lentamente hacia la vulva del paisaje
girando en vórtices de verdes bautismales
XXXVI
cuando la lluvia remata sobre los matojos
sin bridas por la adoquinada noche
en los silencios de la alcoba proletaria
el corazón secreto
se pone la camisa planchada al filo
mientras siluetas a contraluz
hacen tatuajes de sombras sobre la carne
hunde el pan en el café, humeante y bautizado
cuando la lluvia remata sobre los matojos
sin bridas por la adoquinada noche
con un saco de hule al hombro
el corazón secreto
quincallero de los disperso
va hilando retazos a la intemperie
XXXVII
en la sombra larga sobre los rostros
tiesos, fijos
en la melódica transgresión de los boleros
en los sorbos ceremoniosos y mecánicos de licor
donde la melancolía con gafas de sol
escruta la penumbra
y la mano callosa crepita un ritmo
tambaleante sobre el callejoso silencio del atardecer
el corazón secreto coloca la ficha del tranque
y se ajusta el sombrero
y el combo de la esquina afinca los tambores
XXXVIII
donde la bala ciega se detiene
ante un corazón de plomo
y Cronos nos bosteza desde el espejo retrovisor
en donde se divisa de prisa un espesor
en ese instante cuando el cabello
da latigazos sobre el cromo
en el monótono latido de las carreteras
donde la propincuidad de lo que pasa
abanica dulcemente la mirada
entre coincidencias húmedas y concavidades
y en donde los hálitos de axilas púberes
perfuma la nostalgia
XXXIX
se va con el racimo de esperanzas
rasgando vórtices indescifrables de la mano
perdido y desbocado corriendo
las oscuras y soleadas calles de lo humano
y ayeres hincan como al lomo taurino la memoria
bufando los turbios amaneceres ensangrentados
clausurando los espejos
así el corazón secreto se despide de los verbos
y del vicio mortal de las palabras
y se entrega al mar y los malabarismos
sosegados de las olas
trazando los linderos en relieve
sobre sombras de la amada
XL
en la soledad de los tiempos
masticando la prosa diaria
zurciendo cicatrices en la penumbra
bailando el solitario guaguancó de tres losetas
con las garras del abismo desgarrando
la leve indumentaria del pasado
como un crustáceo se recoge el corazón
en el carapacho de calcificados verbos
en la soledad de los tiempos
mirando el acontecer en los patios ajenos
bostezando un bolero en la penumbra
XLI
en los escombros que el viento
lanza en carreras cortas e inútiles
por las calles de los suburbios
en la jauría de perros husmeando zafacones
en los baños de las cases contiguas
en las súbitas lágrimas agrietando espejos de atónitos
rostros
sobre los rostros de la espera sin cita previa
entre los bigotes frondosos de la nada
y las aterradoras imágenes en blanco
arrugándose en la noche sin bostezos
en los pellejos que se buscan
con afanoso empeño de bestias
sobre los lechos húmedos
con el tatuaje imborrable de la memoria que supura
XLII
en el remolino del recuerdo
en la caída acojinada hacia el abismo
en el zaguán del corazón como refugio
en el cigarrillo al filo de la madrugada
en el baile lento sobre losetas desiguales
en el baile lento sobre el recuerdo
en el remolino de losetas desiguales
en la caída acojinada de la madrugada
en el cigarrillo como refugio
en el zaguán del corazón hacia el abismo
en el zaguán al filo del recuerdo
en el remolino de la madrugada
en la caída lenta hacia el abismo
en el baile como refugio
en el cigarrillo sobre losetas desiguales
gira el vórtice del corazón secreto
en los callejones sin salida
XLIII
un corazón secreto de sílabas furiosas
sobre la curva glútea emburujado
llamándome desde la penumbra
con su olor a semen seco…
₪
© 1992 Jorge A. Morales-Santo Domingo
jorge morales-santo domingo, poesía puertoriqueña, 1970-2000, Alicia la Roja, Puerto Nuevo, San Juan, Puerto Rico, Puerto Rican poet, generación del setenta.