rubia desnuda en la cama sobre un remolino de seda
no sé lo que era de esa foto
que descubrí al fondo del ropero
que me era siempre ajeno
que hablaba de ayeres sin contextos
para qué ojos posaste
estabas piernas cruzadas
manos sobre rodillas
a lo Bardot
desde ese lecho
qué mirabas
podría especular pero no quiero
porque es la foto lo que perdura
como esos naipes que doblan los magos
y lanzan de una mano a otra así pasan
es el nuevo ritual
que me sigue a todas partes
recordar sin añoranza
fotos que debí haber tomado
en la playa del ‘63
una guagua en el ‘74
porque ahora camino sin evidencia
sin ese detalle en el trasfondo
camino con todo el peso de los años
con la mirada tan fija ya que no veo nada
que si alguien viniera a mi lado y susurrara
la conozco le creería cualquier cosa
que fue en Ibiza en el verano del ‘67
y fue tomada por un alemán
que después se acostó con ella
en un búngalo de playa con techo de paja
entre la foto que recuerdo
y la foto del ropero
hay veinticinco pares de zapatos
velorios, urgencias médicas y risas locas
tengo un ojo en ellas
y el otro en la guagua que yo espero
pero mi rostro sigue inaccesible
a todo transeúnte
y así debe ser
el recato es virtud que pulo a diario
si tuve siete vidas, tres se fueron en
ganarme el pan de cada día y dos en añorarte
una en el quirófano y la otra por el arte
así va uno barajando la vida que le toca
sin estudio previo del terreno un tanto
como el colibrí batir el aire
incansablemente
por algo en el oxígeno que obliga
y ahí me veo frente al ropero
al borde de la cama
hurgando entre tus cosas
como esas tantas noches
que corrí por la avenida
como esas tantas tardes
apretando un escapulario
cuando con mis manos a su cintura
besé un ombligo
de nada hay evidencia que no sea unas palabras
las que quedan en la punta de la lengua
sin decir
porque la vida te desmiente aun de lo que no dijiste nunca
te deja mudo
otra sería la cosa si pudiera extraerlas como una paca
del bolsillo e irlas barajando frente al incrédulo
otra sería la cosa si nos vieran tocando piano a cuatro manos
conduciendo a ochenta por una calle angosta
otra sería la cosa
una vez grité tanto que escupí sangre
en otra vi a Jesucristo escribir un poema
sentado a la mesa que me regaló mi padre
pero ahora soy viejo
no me pasan cosas sólo las padezco
vivo en la vigilia en el eterno rebuscarme
por eso lo de la foto y qué diablos me sobrevino
esa tarde para husmear entre tus intimidades
qué impostergable picor que ya a tantos años ni recuerdo
ahora que el deseo está estacionado
en una de las calles más grises del pasado
que ese olor a rubio que tuvo tu mirada
es ya un columpio que se mece solo en un parque desolado
es un cable largo de luces rojas parpadeando entre las
rejas de un edificio abandonado
es una avenida larga que atraviesa una urbanización
de clase media baja atorrada de letreros de
colmados, naturópatas, floristas y agencias de viaje
II
qué hace un viejo en estos tiempos de zozobra
cuando el mundo se ha achicado tanto
que sabemos lo ruin que somos todos
qué hace un viejo contemplando
una foto en la memoria
de una rubia coqueta sobre un lecho
en una tarde olvidada
esa es la pregunta que me hago en la parada
entre la comunidad de pasajeros
que no sospechan nada y les importa menos
que foto llevo yo cargando lejos
por bares y calles y salas de espera
hasta quedarme con poca dentadura
sabes que ahora cuando me rio parezco un loco
que tardo en levantarme de las sillas
aunque rezo por la noche la misma plegaria
que aprendí de niño a veces se me olvida
y muchas de las personas que recuerdo no sé si han muerto
yo no soy quien fui cuando encontré tu foto
aunque tú sigues tan rubia como en mi memoria
en blanco y negro sobre seda y con mirada que exclama
qué me deparará este hermoso día
los viejos no tenemos prisa nos damos baños largos
porque la noche es corta y el fragor nos entumece
la memoria es al fin una mentira
pero la única verdad que nos sostiene
por eso te miro por ese retrovisor
que es la nostalgia te miro en esa pose eterna
abrazada a tus rodillas
con esa mirada que está por escribirse
como cuando la imagen surge del fondo de la palangana
que mecen otras manos
que primero te tendieron en el cordel
en los rojos amaneceres de otro arte
qué vio en ti que nunca para mi así posaste
o tal vez no hubo intención
de inmortalizarte
sólo un afán que posaras como secuela
al deseo que dialoga con el lente
para que transitaras por roperos en un sobre de manila
para que transitaras
para que transitaras para siempre
yo también cargo mis secretos
y yo también transito por roperos
y álbumes ajenos cuyos calces desconozco
y no sé en qué basurero voy transfigurándome en abono
hasta perder mi nombre
uno va perdiendo todo
yo he perdido todo
en esta isla donde navego ríos interminables de cemento
en esta ciudad que en un abrir y cerrar
es siempre otra
cómo me ufano en retener
tu cara en una foto que sólo vi una vez en un ropero
pero así somos los viejos de impertinentes
perseguimos lo que nos da poco rendimiento
con un ardor que nos asemeja a los santos peregrinos
con todas nuestras manchas
y la reliquia divina que fue nuestro pasado
envuelto en sábanas de seda
y las aceras surcadas de tanto caminar sobre lo caminado
qué impulso ciego me atrajo a tu ropero
en una tibia tarde de parcelados cielos
acercarme como un cerrajero
la razón está en la espera
en el estremecimiento
en tu mirada
en tu llegada en esas tardes
en esas lluvias que caen siempre leves
en patios interiores
y que poco a poco despinta las paredes
está en todo lo que jodemos
que se nos pega como si fuera
ya parte de la carne
pienso en eso siempre
en los cuadrados espacios
que esculpo cada madrugada
frente a la avena
en eso pienso
mientras mojo el pan en el café
que sólo me queda musitar sobre la ausencia
III
y entonces llega la guagua
como una absolución
como un cansancio que no duerme
y me monto como quien no tiene otra salida
y exhalo el día por la boca y me pregunto
qué hace un viejo en estos tiempos azarosos
que sólo tiene unas viejas fotos
cuando tenía toda su dentadura
y la risa de quien despierta presto a la aventura
qué hago ahora sino trazar los bordes
atar un hilo a los vectores
levantar la prueba forense
perdida entre ranuras
otra sería la cosa si tu olor
no fuera conjetura otra sería la cosa
si tu cintura dejara su hendidura
sobre la cama en que yo duermo
acosado por la brevedad de mis alientos
y no tendría que ser el viejo que rememora
y camina lento para acomodarse la cojera
sería el que acomodara el lente
a tu mirada lisonjera de rubia sentada
sobre un remolino de seda que envuelve tus caderas
en eso musito mientras me apeo de la guagua
en las afueras
en los incaminables polvorosos suburbios sanjuaneros
en eso pienso mientras intento
traducirme a otro idioma
si no fuera tan escabroso
sabes ese juego entre hiatos y diptongos
la lucha de clases que es cada día
jugármelas pudiera tus ojos por un verbo
claro en nada de esto pienso
a la orilla de la cama
la gaveta del ropero entre mis manos
sólo descubrirme en tus pasados
deshilvanarme en tus recodos
zambullirme lento
en tus fragancias anteriores
hasta perderme del todo
como hice hace años en la casa de la abuela
en los cuadros de niñas inglesas
con perros San Bernardo cruzando un riachuelo
y yo tratando de reconciliar su parasol y encaje
con la bata de flores estampadas
que me miraba con la cara de mi padre
lo que fijó el pincel previo al lente
o el carbón sobre la piedra
esa seductora mentira que es el arte
a esto se ha reducido toda una vida
cuando ya no hay ni borrón ni cuenta nueva
sólo la gasa seca que se desprende
de una cicatriz que ya olvidó su herida
en eso terminamos
rozando el teclado en la penumbra
de estos últimos prensados
por eso por todo lo que he sido cavilo
qué esperaba hallar al fondo del ropero
esas fijaciones del tiempo que se escurre
para dejar sólo la pulpa indescifrable
esas caras sin calce sin fecha al dorso
llegar a esa mesa al fondo de la fonda
donde una mano rozó otra mano
y unos ojos miraron a otros ojos
a través del cristal que da a la calle
unos malentendidos que cruzan la avenida
tomados de la mano
con sólo la verdad de sus hormonas
cuando la juventud era virtud
apenas puesta a prueba
y el futuro el mar que abarcaba toda la mirada
y no el cuarto josco y breve
en que termina todo
entre estibas de papeles sin método de archivo
porque esa tarde mirando entre tus cosas
di sin saber el primer paso
para desestabilizar el universo
y el piso bajo mis pies se desplazó
lo suficiente para descubrirme
mezquino entre mis días
cobarde entre mis horas
y preso de mis miedos para siempre
porque hay un primer paso
que se toma
un primer descuido cometido
una primera huida emprendida
del cual no hay retorno ni mirada sobre el hombro
sólo el pulso en la sangre
que te obliga
a atravesar insomnios y sobresaltos
para después organizarlo
en cuartetos alejandrinos
y tomar por novia una ciudad
IV
no sé lo que era de esa foto
tropezamos con nuestro propio cadáver
en las búsquedas
nuestras propias ignorancias repetidas
de tanto manosearlos se borran
todos los números de contacto
el nombre de la calle
cuantos árboles y desde qué ventana
y sólo la fe que nuestros pasos tengan memoria
de cómo era tu aliento al irrumpir la madrugada
como una asunción de luz
por las rendijas
y cómo era la lluvia en esos años
cómo era la acera
cómo el árbol que bailaba en el diluvio
cómo eran las lámparas de mesa
y como el LP giraba en el tocadiscos
al pie del librero de ladrillos
y como la colilla caía sobre lo que quedaba
de vino en la copa
y el abanico sobre una silla giraba en una esquina
de eso créeme no hay fotos
hay que ritualizarlo todo a diario
de un extremo a otro
como las sartas del rosario
como en los solitarios devenires
donde hasta el ruido del vecino es un consuelo
porque hubo una vez un silencio largo
que habitaba
y habían días y semanas donde no articulaba
un verbo
y me complacía leer la biblia
en estado de pánico
en el verdigris de la tarde
y un lagartijo subía y bajaba en la hoja de un helecho
y las horas eran pequeños compartimentos
como bloques del alfabeto que un niño armara
esa era la casa del ropero
con la foto al fondo
que yo al pie de la cama hallara
pero el cuerpo nos delata y nos traiciona
como una conspiración desde que nacemos
y nos espera con paciencia en un banco
de la plaza
para desdoblar nuestra existencia
y lanzarnos huérfanos al mundo sin coartada
por eso uno busca evidencia
del momento preciso de las pérdidas súbitas
aunque toda la historia milita en contra de tales presunciones
como un golpe de agua
como instantáneas en un sobre
donde tu amante se entregaba a otros
qué silencio y qué tocar
pudo más que el débil arte
qué vio en ti que nunca a mi así besaste
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©2013 Jorge Morales-Santo Domingo
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