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Foto: Lilliana Ramos
Modelos: Yo y Carol Varela
Del Archivo: Vine en busca de tu voz
Salió en el 1981, como parte de un proyecto de publicación que emprendí con Lilliana Ramos Collado (Proemas para despabilar cándidos), y conjuntamente con otro poemario mío, Baladas de vellonera y otras consideraciones. Con el dinero que me liquidaron de mi trabajo en la agencia de publicidad Badillo/Compton, más la aportación de Lilliana, pudimos contratar una imprenta para tirarnos los tres libros juntos para abaratar los costos. El arte y diseño fue de la artista publicitaria Carol Varela, las fotos de portada y autor de Lilliana Ramos.
El libro recoge poemas de los años post universitarios, del 1974 al 1978. Publico por primera vez en inglés después de vencer una cierta timidez política. Hacía años que no escribía en inglés y de súbito empezaron a salir estos poemas exigiendo su espacio. Recuerdo que lo consulté con Arcadio Díaz Quiñones, siendo él de los primeros que los leyó en borrador, y creo que fue el hecho de que me los pidió a leer el cubano Cintio Vitier en la casa de Arcadio durante una especie de encuentro-fiesta con poetas del patio, que organizó para Cintio en su casa en la urbanización Santa Rita en Río Piedras, que borró todo vestigio de duda. Eso sería para el 1979, y leí, a pedido de Cintio, Yola suite.
Los poemas cubren los años entre 1974 al 1979, es decir mis dos últimos años en la universidad y los primeros años después de graduado.
Un interesante detalle del libro es la foto de portada que fue posada como tal porque era un ensayo de un proyecto (fallido) con Lilliana titulado El Victor Mature Sight & Sound Show. La idea del proyecto era crear una serie de diapositivas con sonido basado en la figura del actor americano Victor Mature, emblemático del film noir americano. Lo que sobrevivió fueron la foto de autor y la portada donde Carol Varela sirvió de modelo en su apartamento del viejo San Juan.
Por más cuidado “editorial” seguían siendo, con Baladas de vellonera, libros por cuenta propia. Después de la primera distribución por las librerías a 25% consignación, languidecieron en casi un 80% de su tirada única en sus cajas originales por varias mudanzas de hogar y pareja hasta el día de hoy, 29 años después.
Salió en el 1981, como parte de un proyecto de publicación que emprendí con Lilliana Ramos Collado (Proemas para despabilar cándidos), y conjuntamente con otro poemario mío, Baladas de vellonera y otras consideraciones. Con el dinero que me liquidaron de mi trabajo en la agencia de publicidad Badillo/Compton, más la aportación de Lilliana, pudimos contratar una imprenta para tirarnos los tres libros juntos para abaratar los costos. El arte y diseño fue de la artista publicitaria Carol Varela, las fotos de portada y autor de Lilliana Ramos.
El libro recoge poemas de los años post universitarios, del 1974 al 1978. Publico por primera vez en inglés después de vencer una cierta timidez política. Hacía años que no escribía en inglés y de súbito empezaron a salir estos poemas exigiendo su espacio. Recuerdo que lo consulté con Arcadio Díaz Quiñones, siendo él de los primeros que los leyó en borrador, y creo que fue el hecho de que me los pidió a leer el cubano Cintio Vitier en la casa de Arcadio durante una especie de encuentro-fiesta con poetas del patio, que organizó para Cintio en su casa en la urbanización Santa Rita en Río Piedras, que borró todo vestigio de duda. Eso sería para el 1979, y leí, a pedido de Cintio, Yola suite.
Los poemas cubren los años entre 1974 al 1979, es decir mis dos últimos años en la universidad y los primeros años después de graduado.
Un interesante detalle del libro es la foto de portada que fue posada como tal porque era un ensayo de un proyecto (fallido) con Lilliana titulado El Victor Mature Sight & Sound Show. La idea del proyecto era crear una serie de diapositivas con sonido basado en la figura del actor americano Victor Mature, emblemático del film noir americano. Lo que sobrevivió fueron la foto de autor y la portada donde Carol Varela sirvió de modelo en su apartamento del viejo San Juan.
Por más cuidado “editorial” seguían siendo, con Baladas de vellonera, libros por cuenta propia. Después de la primera distribución por las librerías a 25% consignación, languidecieron en casi un 80% de su tirada única en sus cajas originales por varias mudanzas de hogar y pareja hasta el día de hoy, 29 años después.